El titular. Marcos, un adolescente de clase media, asesina a su padre y deja malherido a uno de sus cuatro hermanos. Las primeras reacciones. Amigos, familiares, profesores de Marcos: nadie se explica lo sucedido. Nadie pudo preverlo. Las imágenes del crimen acaparan los medios. La violencia adolescente se adueña, de nuevo, de la actualidad. La investigación. El crimen de Marcos no es un suceso aislado. Demasiados casos en los últimos años de menores envueltos en situaciones de extrema violencia. Bullying. Acoso cibernético. Ataques racistas. Trapicheos con drogas. Vídeos en YouTube con humillaciones a profesores. Docentes deprimidos. Fracaso escolar… ¿La culpa es de los adolescentes? ¿De sus profesores? ¿De sus padres? ¿Hay en verdad culpables o somos todos víctimas? Un periodista, impulsado por estos interrogantes, decide adentrarse en el entorno del asesino. Un mundo en el que sólo parece regir una única ley y una única edad: la edad de la ira.
Contraportada | Booket | 2ª edición | 2014 | 317 pp.
ISBN: 978-84-670-4059-3.
No debe ser fácil escribir una novela como La edad de la ira, en la que se aúnan problemas sociales de obligatoria visibilidad y una trama que precisa de una exigente capacidad interpretativa por parte del lector. En mis rondas por las redes sociales fueron muchas las veces que se cruzó ante mí la propuesta de Fernando J. López, creando una inexplicable atracción que no venía directamente del argumento, sino de las ideas que parecían esconderse tras él. Las cavilaciones sobre determinados asuntos de actualidad me llevaron a este inquietante análisis que poco a poco se despoja de las capas narrativas para alcanzar la transparencia de un mensaje que clama la libertad del individuo. Después de todo, siguen existiendo barreras que piden imperiosamente su destrucción, y Fernando J. López ha conseguido con La edad de la ira dar su personal golpe de gracia.
La novela relata las investigaciones en un instituto madrileño sobre el trágico suceso que implica a uno de sus alumnos, acusado de asesinar a su padre. Los detalles proporcionados tras las primeras entrevistas en el centro no arrojan suficiente luz sobre el caso, en el que la incongruencias y las contradicciones desprenden una completa opacidad en las horas posteriores al crimen. Los continuos interrogantes marcan paulatinamente el devenir de una historia que cuenta más allá de las palabras. El silencio de los gritos que se pierden, la ceguera de las miradas que intentan hablar o los gestos incontrolables que desvelan lo que no se quiere decir se sitúan en el origen de una trama que desgrana los defectos más recónditos de la sociedad.
Probablemente esta sea la primera reseña del blog en la que prescindo de nombres y rasgos que doten de personalidad a los protagonistas. Ha sido una decisión bien meditada, y con un único motivo: La edad de la ira necesita que el lector se aleje de cualquier perfil externo, que renuncie a las etiquetas y decida sumergirse en cada página libre de prejuicios, con el propósito de verter sobre las letras una mirada crítica acerca de lo que allí se narra. En pocas palabras, el relato con el que principia La edad de la ira evoluciona desde una ficción concreta y definida hasta una profunda meditación en distintos planos —ámbito doméstico, centro educativo y vínculos emocionales—. De esta manera, Fernando J. López es capaz de poner sobre la mesa determinados debates que se ubican dentro de los mencionados límites, como la homosexualidad, el racismo, las relaciones de pareja o la discriminación en las aulas.
No obstante, a pesar de todo lo anotado hasta este punto, es necesario partir de una buena base que afiance el contenido. En esta propuesta se opta de manera acertada por un estilo directo, libre de ornamentos y recursos innecesarios, que facilita el camino para un hilo argumental bien construido que regala al lector una excelente visión de conjunto. Aunque el desenlace de la novela plantea un cierre que invita a la reflexión, una vez llegados a este punto poco importará lo ocurrido en páginas precedentes, pues lo que verdaderamente perdura es la sensibilidad que se infiere de cada experiencia. El veredicto es firme: la radiografía literaria que se esboza en La edad de la ira debería pasar por las manos de alumnos, padres y docentes, pues a veces sólo se necesita de un estímulo para reconducir la vida tal y como la conocemos e inaugurar una nueva etapa concebida desde los pilares incuestionables de la educación. A fin de cuentas, la intolerancia y la intransigencia requieren nuestra confianza en la capacidad regenerativa del ser humano para lograr su metamorfosis. El cambio es posible, y esta novela, sin duda, lo ratifica.
Muchas gracias a Fernando J. López
por el ejemplar facilitado y su cercana dedicatoria.
Fernando J. López en La Caverna Literaria
Muy buena reseña! Secundo tu opinión. Yo también disfruté mucho de su lectura. Me encanta como Fernando escribe realidades, y como tú, creo que debería ser de lectura obligatoria.
ResponderEliminarBesos
¡Gracias por tus palabras, Cristina! Me alegra saber que compartimos opinión. ¡Un beso!
EliminarSuscribo vuestras palabras, las de Jesús y Cristina. Lectura obligatoria.
ResponderEliminarTe digo lo mismo que a Cristina, me alegra saber que hay más lectores que comparten mi opinión. ¡Saludos!
EliminarMe ha encantado tu reseña, se ve un libro muy interesante. Me lo apunto :D
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias por tus palabras! Espero que disfrutes de la novela tanto como yo. Un saludo.
EliminarQué gran reseña! Con ganas me has dejado de leer este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Mil gracias por tu comentario, Margari! Ojalá puedas leerlo pronto para que podamos compartir impresiones. ¡Besos!
EliminarEste lo quiero leer hace ya tiempo, pero no consigo hacerle hueco entre todo lo que me va llegando que me apetece. Necesito dos vidas... o seis
ResponderEliminarBesos
¡Tantas vidas necesitamos! Estaré encantado de conocer tu punto de vista sobre esta novela, sea cuando sea. ¡Besos!
EliminarMe parece un libro realmente interesante y de hecho ya lo he apuntado en mi agenda porque no voy a tardar en leerlo.
ResponderEliminarBesos
¡Genial, Cova! Estaré muy pendiente de tu valoración. ¡Un beso!
EliminarMe gusta mucho lo que cuentas y como lo cuentas, hay libros a los que es mejor acercarse sabiendo lo mínimo posible!!
ResponderEliminarBesos!!
¡Gracias por tus palabras, Marta! Un beso.
EliminarEs una novela magnífica. Yo también la disfruté muchísimo, me alegra que tú también.
ResponderEliminarUn abrazote.
¡Y tanto que la disfruté, Xavier! Va otro abrazo para ti. :)
EliminarPues no pinta nada mal, le echaré un ojito. 1beso!
ResponderEliminar¡Adelante con ella! ¡Besos!
EliminarLa verdad es que no, no debe de ser nada fácil escribir una novela como esta. Pero me ha llamado mucho la atención lo que cuentas de ella.
ResponderEliminarEspero que en algún momento llegue a tus manos, Espe. Me encantará conocer tu opinión. ¡Besos!
EliminarQué buena pinta tiene, Jesús, aunque parece algo durillo.
ResponderEliminarMe lo llevo apuntado, que ya sabes que el tema de la educación en las aulas me interesa mucho.
Besotes!
Si el tema de las aulas te interesa, no dejes pasar esta lectura. Es una parte importante de la historia. ¡No tardes en descubrirla, que quiero leer tu reseña! Muchos besos.
Eliminarpues si te ha parecido tan bueno, e incluso hay quien dice que debe ser lectura obligatoria ¡me lo apunto!
ResponderEliminarun beso,
Ale.
¡Genial, Ale! Aquí estaré para cuando compartas con los lectores tu opinión. ¡Besos!
EliminarLo tengo pendiente desde que lo recomendó Cristina, así que gracias por recordarlo
ResponderEliminarBesos
¡De nada, Carax! Feliz de traer de nuevo a tu mente esta novela.
EliminarHola!!! no conocia este libro, pero despues de leerte me ha entrado mucha curiosidad por leerlo, parece interesante y un poco duro, asi que me lo apunto. gracias por la reseña
ResponderEliminarPor cierto, acabo de descubrir tu blog, y ya me quedo por aquí, así que tienes un seguidor nuevo.
Te invito a visitar mi blog y a seguirme si te gusta.
Un saludo, nos leemos
Gracias a ti por tus palabras, Javier. Y, por su puesto, agradecido con tu visita. ¡Bienvenido! Pasaré por tu blog, sin duda. Un saludo.
EliminarTengo ganas de leerlo, así que a ver si me animo pronto a hacerlo. Tu reseña ha hecho que me apetezca aún más.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias por tus palabras, Teresa. Si finalmente te animas, aquí seguiré para compartir impresiones. ¡Un beso!
EliminarBuena reseña!
ResponderEliminarLo tenía ya apuntado =)
Besotes
¡Muchas gracias por tus palabras, Shorby! Un beso.
EliminarTrata una temática desgraciadamente muy actual..
ResponderEliminarY tanto, Diego. Parece difícil, pero confiemos en que pueda cambiar. Un abrazo.
EliminarMe están entrando muchas ganas de leerlo. La temática es muy actual y podría pasar en cualquier momento. Me gusta eso de no nombrar ni describir a los protagonistas en las reseñas pues creo que, en ocasiones, no hace falta, la novela en sí es la propia protagonista. Un saludo enorme, Jesús.
ResponderEliminarTienes toda la razón, a veces la novela en sí funciona como protagonista. Es lo que he sentido en este caso. Ojalá la leas pronto y puedas contarme tus impresiones. ¡Un abrazo!
EliminarWow! gran reseña, totalmente brutal el tema...
ResponderEliminarAbrazote!!
¡Muchas gracias por tus palabras, Ismael! Va otro abrazo bien fuerte.
EliminarTengo amigos docentes y todos coinciden en que esto es un problema que va a más y que puede tornarse caldo de cultivo de algo mucho más grande
ResponderEliminarEs una pena, pero es así. Como he dicho más arriba, confiemos en que el cambio para erradicar esta situación empiece a vislumbrarse pronto. Un saludo.
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